La Arquitectura de la Exposición Regional Valenciana de 1909 y de la Exposición Nacional de 1910

The architecture of the Valencian Regional Exhibition of 1909 and the National Exhibition of 1910

Fernando Vegas López-Manzanares

 

  Premio COACV 2003-2004/2003-2004 COACV Prize
Publicaciones, Trabajos de Investigación y Tesis Doctorales/Publications, research papers and PhD Teces

La Exposición Regional Valenciana de 1909 y la Exposición Nacional de 1910, certámenes a los que se aludirá en lo sucesivo conjuntamente con la palabra Exposición o Exposición Valenciana, constituyen un capítulo destacado dentro de la historia de la arquitectura de la ciudad levantina. La celebración de esta gran feria marca un hito en el desarrollo arquitectónico, urbanístico y, se podría añadir, psicológico de Valencia, hasta tal punto que se podría afirmar que su fisonomía se transfigura debido a este evento. Paradójicamente, la trascendencia de este acontecimiento en la configuración de la ciudad no se había reflejado en ningún estudio monográfico. Su arquitectura constituía una suerte de eslabón perdido, dentro de las biografías profesionales de los arquitectos autores de los pabellones de la Exposición y dentro del contexto arquitectónico de la ciudad de Valencia.

El presente análisis, contextualizado en los aspectos lingüístico-arquitectónicos que caracterizan al eclecticismo en general y a los edificios de las exposiciones en particular, pretende arrojar luz sobre este periodo tan desapercibido de la historia de la arquitectura de Valencia. Se ha investigado el significado que tenía la arquitectura de entonces para sus usuarios, la etimología de los iconemas formales y estilísticos, -entendiendo por iconema la unidad elemental de percepción o referencia en base a la cual se construye la imagen arquitectónica-, y las razones hipotéticas por las que hombres de generaciones tan cercanas a la nuestra respondían con ésta u otra arquitectura a un encargo determinado. Este estudio no se ha limitado al ámbito local sino que ha buscado la relación nacional e internacional de esta arquitectura y de sus artífices.

En efecto, desde mediados del siglo XIX hasta el comienzo de la primera guerra mundial e inmediata creación posterior de las primeras ferias de muestras, el panorama internacional estuvo marcado por la frecuente presencia de exposiciones de diverso ámbito: universales, internacionales, nacionales, regionales, temáticas, artísticas... Estos certámenes, donde los anfitriones y/o potencias internacionales medían sus fuerzas y ostentaban sus mejores galas, representan un lugar de debate fundamental del eclecticismo en la arquitectura y reflejan con bastante fidelidad la evolución del pensamiento y el panorama arquitectónico de la ciudad que acogía la celebración. La Exposición Valenciana se encuadra perfectamente dentro de esta sucesión de grandes ferias y constituye el reflejo del ambiente y aspiraciones de la ciudad en sus aspectos urbanísticos y arquitectónicos.

A diferencia del panorama actual, estas exposiciones de antaño eran consideradas muy seriamente por los profesionales, críticos y revistas especializadas de arquitectura y se les dedicaba gran atención a todas ellas. La Exposición Valenciana, concebida inicialmente con carácter regional, superó las expectativas de propios y extraños y se llegó a equiparar a las grandes ferias de carácter internacional hasta el punto que, en revistas especializadas como Arquitectura y Construcción, recibió un tratamiento similar en número de artículos críticos e imágenes a la Exposición Universal de París de 1900.

El desconocimiento absoluto del mundo de las exposiciones, más allá de la referencia superficial de algunos ejemplos paradigmáticos considerados heroicos por el alarde ingenieril decimonónico (el Pabellón de Paxton de la Exposición Universal de Londres de 1851, la Torre Eiffel y la Galería de Máquinas de la Exposición Universal de París de 1889), o de otros momentos excepcionales de manifestación de vanguardia (Exposición de Turín de 1902), no permitía trazar un panorama completo del contexto de la época.

La realidad nos indica que las exposiciones se sucedían entonces con una frecuencia increíble, ya fueran universales, internacionales, nacionales, regionales hasta el punto que, la elaboración somera de una lista de éstas en el lapso de veinte años en torno a la Exposición Valenciana ha arrojado cerca de ochenta eventos, sobre todo, en suelo europeo. Y cabe decir que dentro de esta lista faltarían con seguridad una larga relación de exposiciones regionales que, normalmente, no trascienden a la bibliografía especializada y que, sumadas a las anteriores, sobrepasarían fácilmente el centenar de eventos. Esto quiere decir una media de, al menos, cinco exposiciones al año, en el ámbito predominante de Europa Occidental. Además, se debe distinguir entre los diferentes tipos de exposiciones, que van desde las universales, las internacionales, las nacionales, las regionales, las específicas de industria, minería, agricultura, electricidad, hasta los simples certámenes de bellas artes, pasando por un sinfín de variaciones y combinaciones de todas ellas.

Llegado a este punto resulta inmediato preguntarse hasta qué punto es lícito confrontar las arquitecturas nacidas al amparo de exposiciones tan dispares en nacionalidad, tamaño, motivo e inclinación; hasta qué punto se pueden establecer paralelismos entre una exposición de carácter universal y una exposición de ámbito regional. Precisamente, para contestar a esta cuestión, se ha querido indagar en la arquitectura de estas exposiciones, con el prurito de contextualizar unos pabellones que mucho debían al entorno e idiosincrasia local y, no menos, a una corriente supranacional expositiva, que representaba un verdadero estilo internacional característico de este tipo de eventos independientemente de su dimensión y condiciones particulares, que aporta datos sobre el origen de los pabellones valencianos. El fenotipo o apariencia externa de la arquitectura de una exposición concreta constituía en muchas ocasiones una combinación más o menos patente entre el genotipo ligado a la historia de la ciudad anfitriona y la influencia del ambiente del circuito de exposiciones contemporáneas. De esta manera, se puede afirmar que las exposiciones se copiaban entre sí, pero nunca hasta el punto de importar reproducciones exactas de los pabellones de otros recintos.

En la línea de los autores que se han dedicado al análisis de la arquitectura del eclecticismo, que encontraba su foro más adecuado en las exposiciones de la época, esta profundización en el conocimiento de la arquitectura de la Exposición Valenciana desea arrojar luz sobre el capítulo del eclecticismo local, al mismo tiempo que establecer lazos de parentesco con el contexto del eclecticismo nacional e internacional. Este estudio aspira a saldar la asignatura pendiente que suponía el conocimiento de la genealogía y el impacto de este certamen en el contexto del eclecticismo de ámbito local, nacional e internacional. Con todo ello, se pretenden extraer conclusiones para una actualización del valor de la arquitectura ecléctica de todo este periodo, en base al estudio de su lenguaje y su adecuación al momento y a la sociedad. Superado el siglo XX, ha llegado el momento de la recuperación de la arquitectura de exposición, en este caso, de la arquitectura de la Exposición Valenciana; si no se quiere de su apreciación formal, sí al menos de su redención historiográfica.

En primer lugar, se han analizado los aspectos urbanos de la Exposición, concebida como pequeña metaciudad autónoma, y en relación con la ciudad que la alberga, entendida como contexto físico, cultural y arquitectónico. Se ha partido de un estudio de la disposición de la planta general de la Exposición en relación con la evolución de diversas plantas generales de otras exposiciones de la época. A continuación se ha estudiado el desarrollo de la planta general del certamen desde sus primeros estadios hasta su configuración definitiva. Esta pequeña ciudad a escala, reflejo de las aspiraciones de los valencianos de antaño, esconde asimismo un conjunto de implicaciones psicológicas que se han pretendido desvelar. Por último, no se ha querido desdeñar el proceso de elección del solar para la Exposición y su posible influencia sobre los aspectos urbanos de la ciudad de Valencia, precisamente, en un momento coincidente con su expansión, transformación y redacción de los planes de Reforma Interior y Ensanche de la misma.

En el estudio subsiguiente de los pabellones, éstos han sido agrupados por conjuntos de similares características. Así, en los casos en los que se conocía el autor del diseño, se han estudiado bajo el epígrafe del arquitecto, buscando relacionar la obra de la exposición con su obra anterior y posterior al evento, dentro del contexto de la arquitectura de Valencia o de un ámbito nacional. En los casos de autoría desconocida, se han agrupado por el carácter de los edificios, desde las construcciones metálicas vistas, hasta los establecimientos de bar y restauración, pasando por los pabellones de empresas privadas con un cierto porte. La comparación con construcciones de la misma índole en certámenes celebrados aquellos años ha resultado de gran utilidad. Exposiciones como la de París 1900, Buffalo 1901, Turín 1902, Sant Louis 1904, Lieja 1905, Milán 1906, Madrid 1907 y Zaragoza 1908 tuvieron una gran cobertura en los semanarios y las revistas de la época, de modo que se pueden establecer relaciones de parentesco compositivo y formal, quizá casuales, tal vez deliberadas, pero siempre indicativas de una cierta guisa de concebir la arquitectura de las exposiciones.

Se ha pretendido elaborar una crítica de cada pabellón atendiendo a esta encrucijada de referencias múltiples y asumiendo la faceta más comunicativa de la arquitectura, aquella que es necesaria en una exposición, intentando en todo momento recontextualizar las críticas y comentarios de antaño. Se ha investigado en las razones que subyacieron a la adopción de un lenguaje arquitectónico concreto para un determinado tipo de pabellón. Se ha retrocedido en la genealogía de este lenguaje en busca de los precedentes en otros certámenes que desvelen incógnitas sobre la correspondencia entre programa y expresión arquitectónica. Finalmente, se ha indagado en un circuito de préstamos lingüísticos para pabellones, donde se trajinaron significantes y se reinventaron significados según las coordenadas geohistóricas de cada lugar.

A excepción de algunos ejemplos relacionados con las glorias del ingenierismo estructural del siglo XIX y algunos botones de muestra aislados representantes de la vanguardia de su momento, la arquitectura de las exposiciones del periodo del eclecticismo continúa siendo un tema bastante ignorado dentro del panorama de la historia de la arquitectura reciente. La reputación adquirida por estos eventos de albergar arquitecturas facilonas, edulcoradas, ahítas de ornamentos, nacionalistas, retóricas, ha generado un rechazo apriorístico que ha impedido a algunos críticos un análisis asesado de sus pabellones. La costumbre de descubrir ejemplos de vanguardia arquitectónica contaminados o domesticados, de manera que sean más digestibles, e hibridaciones de racionalismo con estilos históricos ha bloqueado la capacidad de este sector de la crítica. La arquitectura de la Exposición Regional de Valencia constituye un ejemplo bien pertrechado de todo este tipo de arquitecturas, desde las estructuras metálicas hasta los maridajes de estilo, pasando por una vanguardia atemperada por un baño de clasicismo francés que sancionaba y dignificaba el certamen a nivel nacional e internacional.

El estudio del contexto sociocultural que rodeó a la Exposición refleja el potencial concentrado y la actividad latente de la economía y sus habitantes de la época. La singular coyuntura favorable de Valencia a principios de siglo constituye el caldo de cultivo necesario para la generación de este tipo de grandes muestras. Los prolegómenos de la organización determinaron en gran parte la configuración posterior de esta gran feria, su ubicación, dimensión, disposición y, hasta cierto punto, el lenguaje de su arquitectura. Los antecedentes de la primera y segunda exposiciones regionales de 1867 y 1883, respectivamente, así como las frecuentemente ignoradas ferias de julio anuales, constituyen la vara de medida para calibrar la trascendencia de la Exposición objeto de análisis en el ámbito local.

El análisis de la arquitectura que se proyectaba y construía en aquel momento en Valencia, así como en las ciudades de Madrid o Barcelona, de donde provenían los títulos profesionales de los arquitectos participantes en la Exposición, además las obras publicadas en las revistas especializadas de aquel momento, permite pulsar el ambiente arquitectónico de la época en relación a su entorno más inmediato. Asimismo, la Exposición se constituyó en sede del debate arquitectónico de la época, ya que su recinto acogió la celebración del V Congreso Nacional de Arquitectos y albergó una exhibición de fotografías de obras, maquetas y proyectos de arquitectura en su Palacio de Bellas Artes. Este juego iterativo y redundante de contenidos continentes de otros contenidos aporta una gran cantidad de información de primera mano, que permite una aproximación contextualizada a la arquitectura de antaño y un análisis certero de su verdadera enjundia.

En la actualidad se conserva un total de cinco edificios que formaron parte del recinto de la Exposición Valenciana, cuya presencia resulta altamente interesante para su análisis y estudio. Estas cinco construcciones son el Palacio Municipal, el Asilo de Lactancia para Hijos de Cigarreras, la Fábrica de Tabacos (Palacio de Industrias), una nave almacén (Galería de Máquinas) y una nave de motores (Sala de Motores). Estos dos últimos edificios se conservan englobados dentro de la cerca de la manzana de la fábrica de tabacos y, en consecuencia, completamente olvidados por la bibliografía y la memoria colectiva de la Exposición.

Por último, cabe señalar la propia ciudad de Valencia como testigo directo principal y portadora del relevo que la Exposición le cedió en los edificios erigidos en la época inmediatamente posterior al certamen. Efectivamente, la estela dejada por la muestra se puede vislumbrar en los edificios del Ensanche, en el nuevo barrio de Pescadores y en otras partes de la ciudad de manera difusa. Entre otras muchas construcciones contemporáneas, el edificio de Correos, el Mercado Central, el Mercado de Colón, la Estación del Norte, los tinglados y el Edificio del Reloj del Puerto de Valencia reflejan, en mayor o menor grado, la influencia de la Exposición en su diseño, estructura, construcción y, fundamentalmente, en los aspectos referidos a las artes aplicadas, dado que muchos de los artistas y artesanos que participaron en la configuración final de los mismos tuvieron una presencia activa en diversos pabellones de la Exposición.

The Valencian Regional Exhibition of 1909 and National Exhibition of 1910 are an outstanding moment in the history of architecture of this city. In this book I will refer to them jointly as the Exhibition or the Valencian Exhibition. Holding this great event was a milestone in the architectural, urban and, indeed, the psychological development of Valencia, so much so that it could be said to have transfigured the city’s appearance. Strangely, no monograph has yet reflected the Exhibition’s significance in shaping the city. Its architecture is a kind of missing link in the biographies of the architects who designed the Exhibition pavilions and in the architectural context of the city.

This book aims to shed light on this overlooked period in the history of Valencian architecture through a contextual analysis of the aspects of architectural language that characterise eclecticism in general and exhibition buildings in particular. I have researched the significance that the architecture of the period held for its users, the etymology of the formal and stylistic iconemes - meaning the minimal unit of perception or reference that forms the basis for constructing the architectural image - and the hypothetical reasons why people from generations very close to our own responded to a particular commission with one architecture or another. I have not confined this study to the local sphere but have investigated the national and international relationships of the architecture and those who designed it.

From the end of the 19th century to the beginning of the first world war and the first trade fairs created immediately thereafter, the international panorama was marked by frequent exhibitions of varying scope: universal, international, national, regional, theme, art, etc. These exhibitions, where the hosts and/or the international powers measured their respective strength and showed off their best finery, represent an essential debating ground for eclecticism in architecture and reflect the evolution of the host city’s architectural panorama and thinking fairly faithfully. The Valencian Exhibition fits perfectly into this succession of major fairs and reflects the atmosphere and aspirations of the city in its urban design and architectural aspects.

Unlike today, the exhibitions of yesteryear were taken very seriously by architects, critics and professional journals and were without exception the subject of considerable attention. The Valencian Exhibition, initially intended as a regional show, exceeded everybody’s expectations and was even compared with the major international fairs, to the point where specialist magazines such as Arquitectura y Construcción gave it a similar coverage, in terms of the quantity of critical articles and illustrations, to that of the Universal Exhibition of 1900 in Paris.

Complete ignorance of the world of exhibitions, other than superficial reference to some paradigmatic examples that are considered radical because of their display of nineteenth century engineering, such as Paxton’s Crystal Palace for the 1851 Great Exhibition in London, the Eiffel Tower and Machinery Gallery from the 1889 Paris Universal Exhibition, or other exceptional moments of vanguard expression (1902 Turin Exhibition), made it impossible to present a complete panorama of the context at that time.

In reality, universal, international, national and regional exhibitions were held with incredible frequency at the time: drawing up a cursory list for the twenty years around those of the Valencian Exhibition has yielded around eighty events, mostly in Europe. It should be mentioned that this does not include what was almost certainly a long roll-call of regional exhibitions, which normally do not make their way into the specialised literature. If these were added to the list, the number would easily exceed a hundred. That would make the average about five exhibitions a year, in a predominantly Western European sphere. We must also distinguish the different types of exhibitions: from universal, international, national, regional and specific industrial, mining, agricultural or electricity shows to mere art fairs, via an infinity of variations and combinations of all of these.

At this point, the immediate question was to what extent is it valid to compare the architectures born of exhibitions that are so disparate in their nationality, size, motives and inclination, to what extent is it possible to draw parallels between a universal exhibition and a regional one? To answer this question, I needed to investigate the architecture of these exhibitions, to identify the context of pavilions that owed much to the local environment and idiosyncrasies and still more to a supra-national current of exhibitions that represented a true international style, characteristic of this type of events irrespective of their particular size and conditions, and sheds light on the origin of the Valencian pavilions. The phenotype or external appearance of the architecture of a particular exhibition often constituted a more or less obvious combination between a genotype bound up with the history of the host city and the influence of the contemporary exhibition circuit environment. Consequently, it would be true to say that the exhibitions copied each other, but never to the point of importing exact reproductions of pavilions from other exhibition sites.

Following in the wake of authors who have studied the architecture of eclecticism, which encountered its best forum in the exhibitions of the day, my aim in acquiring a deeper knowledge of the architecture of the Valencian Exhibition was to shed light on local eclecticism and establish its similarities with a context of national and international eclecticism. In this study, I hope to fill the gap in our knowledge of the genealogy and impact of this exhibition in the context of eclecticism in the local, national and international sphere. The purpose of all this is to draw conclusions that will update our appreciation of the eclectic architecture of this entire period, based on a study of its language and its adaptation to the moment and to society. Now that the 20th century is behind us, the time has come to return to exhibition architecture, that of the Valencian Exhibition, in this case; if there is no wish to appreciate its formal qualities, let it be restored to the pages of history at least.

The book begins by analysing the urban design aspects of the Exhibition, conceived as a small, autonomous meta-city, and its relation to its host city, viewed as its physical, cultural and architectural context. The starting point is a study of the site plan layout in relation to the evolution of various site plans from other exhibitions of the time. It then looks at the development of the exhibition site plan, from the early stages up to its definitive form. It also attempts to reveal the series of psychological implications underlying this small-scale city, a reflection of the Valencians of yesteryear. Finally, this section does not overlook the process of choosing the Exhibition site and its possible influence on aspects of the city’s urban design at the precise moment when Valencia was expanding, changing and drawing up its Interior Reform and New Town plans.

This is followed by a study of the pavilions, grouping them by sets of similar characteristics. Where the designer is known, they are studied by architect, seeking to relate the exhibition building with his earlier and later works and with the context of Valencian or Spanish architecture. Where there is no record of the designer, they are grouped by the character of the buildings, from exposed metal constructions, via the pavilions of private companies of some size, to bar and restaurant establishments. Comparison with constructions of the same type from exhibitions held in those years proved very useful. Exhibitions such as Paris 1900, Buffalo 1901, Turin 1902, Saint Louis 1904, Liège 1905, Milan 1906, Madrid 1907 and Zaragoza 1908 were given heavy coverage in the weeklies and magazines of the time. This makes it possible to establish compositional and formal similarities, possibly casual, perhaps deliberate, but always indicating a certain way of conceiving exhibition architecture.

The critique of each pavilion considers this meeting of multiple references and assumes the most communicative facet of architecture, which an exhibition requires, constantly attempting to recontextualise the criticisms and commentaries of the time. It looks at the underlying reasons for adopting a particular architectural language for a particular type of pavilion. It traces the genealogy of this language to discover precedents from other exhibitions that could reveal unknown factors in the correspondence between the brief and its architectural expression. Lastly, it investigates a circuit of linguistic borrowings for pavilions, where signifiers did the rounds and signifieds were reinvented to fit the geo-historical coordinates of each place.

Except for a few examples of the glories of 19th century structural engineering and a few scattered instances of the vanguard of the time, the exhibition architecture of the eclectic period is a still relatively unknown part of the panorama of recent architectural history. The reputation the exhibitions acquired for harbouring easy, sickly-sweet architecture, dripping with ornamentation, nationalism and rhetoric, has led to an a priori rejection, ruling out any sensible analysis of the pavilions for some critics. The custom of discovering contaminated or domesticated examples of the architectural avant-garde, watered-down to make them more palatable, or hybrids of rationalism and historicism, has blocked the faculties of this segment of the critics. The architecture of the Valencian Regional Exhibition is well-supplied with all this type of architecture, from metal structures to marriages of style, via the vanguard tempered by a coating of French classicism that brought the exhibition approval and dignity both nationally and internationally.

A study of the socio-cultural context surrounding the Exhibition reflects the concentrated potential and latent activity of the city’s economy and inhabitants at that time. The uniquely favourable circumstances of early twentieth-century Valencia provided the necessary environment for this type of large exhibition. The preliminaries of its organisation largely determined the subsequent form of this major fair, its location, size, layout and, to a certain extent, the language of its architecture. Its precursors, the first and second regional exhibitions of 1867 and 1883, and the frequently overlooked annual July fairs, are the benchmarks for measuring the significance of the Exhibition in the local sphere.

An analysis of the architecture designed and built at the time in Valencia, and in Madrid and Barcelona, where the architects who took part in the Exhibition were trained, as well as the works published in the architectural reviews of the time, allows us to take the pulse of the architectural atmosphere of the period in relation to its most immediate surroundings. The Exhibition also hosted the architectural debate of the day by providing the venue for the 5th National Conference of Architects and housing an exhibition of architectural designs, models and photographs of works in its Palace of Fine Arts. The recurrent and redundant play on contents containing other contents provides a large quantity of first-hand information that allows a contextualised approach to the architecture of yesteryear and a sound analysis of its true substance.

In total, five buildings that were part of the Valencian Exhibition grounds are still standing. They are a highly interesting subject of study and analysis. The buildings in question are the Municipal Palace, the Pre-Weaning Nursery for the Children of Cigar Makers, the Tobacco Factory (Palace of Industries), a store shed (Machinery Gallery) and an engine shed (Engine Hall). The last two are inside the tobacco factory perimeter wall, which explains why they are completely forgotten in the literature and the collective memory of the Exhibition.

Lastly, the city of Valencia was its main direct witness and the buildings constructed in the period immediately following the Exhibition took up its baton. The wake of the fair can be glimpsed in the Ensanche or new town district, the new Pescadores or fishermen’s quarter and scattered around other parts of the city. Among the many contemporary buildings, the Post Office building, Central Market, Colón Market, town centre Railway Station and the sheds and Clock Building of the port reflect the influence of the Exhibition, to a greater or lesser extent, in their design, structure, construction and, above all, in aspects related to the applied arts: many of the artists and artisans who worked on their final appearance had played an active rôle in various of the Exhibition pavilions.