Fábrica Manterol de V.M. Vidal (1985)/Fábrica Manterol de V.M. Vidal (1985) La mujer de lot o la necesaria mirada atras

Por Manuel Portaceli
Lot’s wife or the need to look back

La intención de este escrito es mostrar cómo una lectura de los premios de arquitectura y publicaciones, que abarcan desde la primera convocatoria en 1985 , a la última que cubre el periodo 2002-03 permite establecer un proceso de formación de un pensamiento arquitectónico plural, porque no puede ser de otra manera, que se refleja en el paralelismo entre estudios teóricos, cartográficos, históricos y la evolución de las respuestas que la arquitectura valenciana propone en cada momento y ante cada problema de intervención, ciñéndome en estos, y no exhaustivamente , a arquitectos que a su vez participan en la docencia de las escuelas de arquitectura valencianas..
Ello significa dejar de considerar la importante labor de estudios de arquitectura de diversas generaciones, al no estar incluidos en este paralelismo docencia-arquitectura.
Ante la imposibilidad de considerar tan amplio abanico de aportaciones, dada la reducción de este escrito me remito a las sucesivas publicaciones que reflejan las obras, textos, investigaciones premiadas en este largo periodo de tiempo que muestran la vitalidad de una producción que tras una árdua lucha contra incomprensiones y dificultades logra abrirse paso mostrando la pasión por resolver desde nuestro campo, el arquitectónico, las necesidades de una sociedad en continua mutación.

1.1. Marco general de la arquitectura en la sociedad actual:
La civilización global y la intercomunicación mundial en la que vivimos parecen provocar una uniformización, no sólo en los comportamientos y los gustos sino también en la arquitectura que le sirve de escenario, así como una rápida obsolescencia de las tendencias y modas. 
El desarrollo imparable de las ciudades que en las últimas décadas se ha producido, y cuyas consecuencias son ahora visibles, ha dejado un panorama ciertamente desolador: la crisis de los centros históricos, la proliferación de la periferia definida por el vacío y la in diferenciación, la construcción de grandes complejos de ocio y comerciales, que producen construcciones descontextualizadas, etc. Las ciudades ya no poseen un carácter diferenciado, y podemos comprobar como los lugares donde “habitan” los seres humanos se repiten en sus características en uno y otro lugar. La concepción central de la ciudad cuyo perímetro está definido, en donde se reconoce un centro y un extrarradio, es hoy obsoleta, pues ni hay un único centro ni sus límites son precisos y definibles. 
Decía Francisco Jarauta, en una entrevista al diario El País, que “la globalización determina también una homologación cultural del mundo tanto en los modos de vida como en las formas de pensamiento. Contra este movimiento de homologación se encuentran los fenómenos de resistencia territorial de la identidad”1. En este sentido, entendemos que la respuesta que da la arquitectura no es universal, sino una respuesta particular a situaciones que en cada ocasión piden la forma adecuada a sus condicionantes.
Hoy día, siguiendo a Ignasi de Solà-Morales, no podemos entender el desarrollo de la arquitectura actual como un árbol de cuyo tronco común parten los diferentes brazos o ramas; por el contrario, dado que no existen criterios fijos ni certeros con los que aproximarse de algún modo a la producción arquitectónica, se entiende que una arquitectura da respuesta a una situación concreta, y por tanto, posee carácter singular. 
En el tiempo de la homogeneización, la resistencia, y por tanto la creación, están siempre del lado de lo singular. Una singularidad que no procede del tipo de edificio sino de la capacidad de hacer saltar de un asunto aparentemente corriente una chispa de entendimiento y de afección que en todos los otros casos parece haber pasado desapercibida. Sólo desde este punto de vista puede haber una salida “al único oscurantismo vivo: el progreso”, que diría Octavio Paz. Si analizamos el progreso desde un punto de vista de la construcción de la ciudad y la vertebración del territorio, podemos establecer conclusiones de dudoso optimismo.
El desarrollismo que ha aniquilado la idea de la ciudad clásica, y por tanto la vocación claramente urbana de la arquitectura, se presenta como un hecho objetivo e innegable; la desestructuración de una teoría general que no ha resistido el impacto de las nuevas circunstancias, y su incapacidad de explicar y orientar la producción contemporánea, implica irremisiblemente una desorientación y desconfianza.
Por otro lado, es pertinente reconocer que el hecho de que diferentes procesos y cambios se desarrollen con simultaneidad, fuerza a que la hipotética visión de conjunto sea sencillamente eso: hipotética. Pues si desde nuestra percepción individual de los fenómenos simultáneos deseamos extraer conclusiones generales, estamos destinados, con seguridad, al fracaso. Los momentos de crisis y desorientación ante nuevas situaciones, en el momento en el que se están produciendo, son constantes históricas. Lo cual no significará que no intentemos descubrir qué sucede y cómo se desarrolla; solamente desde una actitud activa y crítica podemos hacer frente a la angustia y a una fragmentación más que palpable, no olvidando que habrá que asumir, siguiendo a Deleuze, el recorrer el tiempo actual con todas sus tensiones y sus gritos. 

1.2. Una necesaria mirada atrás en la producción teórica valenciana:
Una rápida revisión de los premios de arquitectura del Colegio de Arquitectos de la Comunidad Valenciana permite establecer una visión queenlaza con los movimientos que contemporáneamente se están produciendo en el campo arquitectónico y nos muestra a su vez la implicación de los premiados en la consolidación de la Escuela de Arquitectura de Valencia, y en la constitución de la nueva de Alicante. 
Una lectura somera de los premios que desde 1985 otorga el Colegio de Arquitectos valenciano, permite entender el intenso proceso vinculado a la evolución del pensamiento arquitectónico europeo.
Por un lado, el estudio de la realidad geográfica, urbana y arquitectónica de la que partimos, por otro el reflejo en el proceso proyectual de las corrientes que nacen tras el desfondamiento de los principios del Movimiento Moderno en la década de los cincuenta del siglo XX. 
Los primeros trabajos surgidos a partir de los años setenta del pasado siglo para definir la imagen de la ciudad de Valencia por Emilio Giménez y Tomás Llorens2, o el estudio de la ciudad de Alicante por Santiago Varela3, por citar algunos de ellos, son precursores de los trabajos posteriores que resultaron premiados a lo largo de los años ochenta. Entre ellos podríamos citar el exhaustivo trabajo realizado por José María Herrera, Tito Llopis, Rafael Martínez, Luis Perdigón y Francisco Taberner en la Cartografía histórica de Valencia (trabajo premiado en 1985), la monografía “Valencia, entre el ensanche y la reforma interior” de F. Taberner (1987) o la destacada contribución de Carmen Jordá en 1989 con su “Higiene urbana e infraestructuras”, trabajos todos ellos que posibilitan un mejor conocimiento de la ciudad de Valencia. Estos estudios, que enmarcan el espacio de la arquitectura que estamos contemplando, se complementan con otros de carácter específico centrados en fragmentos de la ciudad o en arquitectos protagonistas de su construcción. Así, el pormenorizado análisis de la Plaza Redonda de Valencia realizado por el equipo Vetges Tu i Mediterrània en 1988-89, la tesis sobre la Arquitectura de Francisco Mora de la que es autor el arquitecto Iñigo Magro de Orbe (trabajo premiado en 1987) o la compleja incursión interdisciplinar llevada a cabo por nuestra llorada compañera Cristina Grau en su Tesis Doctoral “El laberinto Borgiano y otros laberintos” (1985), profundizan en las bases que permiten un afianzamiento teórico en la práctica proyectual de nuestro país.
El interés y conocimiento de la realidad de la que se parte sigue en los años noventa con los trabajos de Santiago Varela y Martínez Medina en Alicante, los de Miguel del Rey en su análisis de la arquitectura rural valenciana (tema que continuamente profundizamos en trabajos posteriores) o el trabajo de Enrique Giménez Baldrés que analiza la formación del área metropolitana de Valencia, por citar algunos ejemplos.
Nuevas vías de investigación coexisten ya en esta época y representan una diversificación enriquecedora del panorama investigador; a este respecto, surgen nuevos trabajos que analizan temáticas no circunscritas a la realidad local, cuyo radio de acción transciende los límites de nuestra comunidad. A este respecto, podemos incluir los excelentes trabajo de José María Barrera (1994-95) y de Jorge Torres (1990-91) que establece un riguroso análisis sobre la relación entre la arquitectura catalana y la italiana en el periodo 1945-1968.
Los premios que aquí se presentan (2002) significativamente suponen, por un lado, un trabajo de síntesis: “En torno al proyecto. Un ensayo sobre la disciplina del proyecto de arquitectura” de Miguel del Rey, y por otro un importante esfuerzo didáctico que cristaliza en la sugerente colección Temas de Composición Arquitectónica de Juan Calduch, profesor de la Escuela de Alicante.
1.3. La arquitectura : 1985-1993
Los trabajos de análisis de la ciudad, del espacio donde se desarrolla la Arquitectura, son indicativos de los intereses y premisas que están en la base de la proyectación arquitectónica en la década de los ochenta y parte de los noventa. El proceso de articulación de las distintas partes del programa, en la construcción del lugar, el papel significativo e incluso simbólico de la forma que se propone es el modo de hacer que se “lee” en proyectos como la fábrica Manterol de V.M. Vidal (1985), el polideportivo de Carlet (Josep Lluis Ros 1986), el Centro Integrado de F.P. y B.U.P. (Carlos Salvadores 1987), o el Nuevo Recinto Ferial de Alicante, de Miguel Martin, Iñigo Magro y Miguel del Rey (1990-1991), exhiben la implantación de una idea de arquitectura en relación con la definición del lugar donde se producen. La reflexión disciplinar, la autonomía de las reglas, están en la base de los proyectos citados. 
Iniciada la década de los noventa, un cambio de intereses se produce al socaire del pensamiento europeo y de los cambios sociales. Hemos sido testigos de la disgregación de los valores del Movimiento Moderno, hemos asistido a la refundación disciplinar a través de una arquitectura que quiere, y cree poder hacerlo, modificar, definir el lugar, la ciudad, el territorio, donde se inscribe.
La realidad que asoma entrada la década de los noventa es otra, tal como se indica al principio de este escrito. El progreso, tal como hoy se produce, nos recuerda más la brutal sentencia de Karl Kraus “El progreso hace portamonedas con piel humana” (1910) que el ingenuo entusiasmo que despierta en los momentos fundacionales de la arquitectura moderna. La crisis de la idea de modernidad ha roto el hilo conductor que permitía teorías generales. Cada proyecto tiene que dar solución a una realidad específica y compleja.
La reducción de significados estéticos en volúmenes prismáticos que pueden resolver cualquier programa, el valor de la forma independiente del lugar donde se produce, definidos por la corriente minimalista, se configuran como una respuesta individual sin pretensión universalizadora. El minimalismo, afirmaba I. Solà-Morales, “no procede de la idea sino de la experiencia y se vuelve acontecimiento, que rechaza justificaciones lingüísticas, funcionales o contextualizadoras”4.
Estas actitudes irrumpen en el panorama valenciano sin que ello suponga una desaparición de los intereses antes mencionados, ni que eliminen otras formas de acercamiento en la resolución de un problema arquitectónico concreto. La elementalidad formal que se vislumbra en las diferentes obras premiadas de Lola Alonso y Javier García Solera, como el Centro de Salud de Onil (1992), El Instituto Bernabeu (1996) (por citar algunos antecedentes) o la clínica de la fertilidad en Valencia (2002), la pureza de líneas de la arquitectura de Alfredo Payá, en obras como el Centro de salud el Toscar, Elche (1996) o el edificio de viviendas en el barrio de Velluters de Valencia (junto a Carla Sentieri en 2002) , la atención al lugar y la extrema delicadeza de las viviendas de Eduardo de Miguel en el Barrio del Carmen de Valencia, o la cuidada y exquisita implantación y resolución de la vivienda unifamiliar en Cullera que realiza el equipo de QA Arquitectes Associats, dotan de plena significación a los premios correspondientes al año 2002 que aparecen aquí publicados. 
Sin embargo, la influencia de las corrientes minimalistas no ha producido unas arquitecturas ajenas a la atención al contexto y a la valoración de la constitución del hecho urbano. La simple clasificación de las obras de arquitectura en “ismos”, o cajones en los que las ordenamos taxonómicamente, no son sino simplificaciones encubridoras de la complejidad y riqueza de la realidad, en la que se mezclan e imbrican todas las formas de aproximación a la resolución del hecho arquitectónico; es por ello que las obras aquí presentadas no tratan de configurarse en estandarte de una radical modernidad como fieles seguidoras del último ismo, sino como resolución lógica y coherente de un problema con distintos métodos de aproximación, resultando simplemente ,y este simplemente engloba una gran complejidad en su definición, obras de arquitectura.
Manuel Portaceli 
Arquiecto, Profesor de la E.T.S.A.V.
This article proposes to show how a reading of the COACV architecture and publications prizes from 1985, when they were first held, to the latest awards, covering 2001-2002, makes it possible to trace the formation of a plural architectural thinking (it could not have been otherwise) in the parallelism between theoretical, historical and cartographic studies and the evolution of the responses proposed by Valencian architecture at each moment to each problem in the works. I shall confine my far from exhaustive examination of the latter to architects who are also involved in teaching at the schools of architecture of the Valencia region.
This means that I do not take into account the important work done by the architecture studios of various generations, as they are not included in the parallels between teaching and architecture.
Given the impossibility of considering such a wide range of contributions in these few pages, I refer the reader to the publications that show the prize-winning works, texts and research over the lengthy period covered. They demonstrate the vitality of the architectural work that has managed to make headway, after an arduous struggle against the lack of understanding and other difficulties, and the passionate commitment to solving the needs of a constantly changing society through our field of action: architecture.

1.1. The general framework of architecture in society today:
The global civilisation and world-wide intercommunication in which we live seem to be inducing a certain uniformity, not only in behaviour and tastes but also in the architecture that serves as their setting, as well as the rapid obsolescence of trends and fashions. 
The unstoppable expansion of the cities that has been taking place in recent decades, the consequences of which are now visible, has certainly produced a bleak panorama: historic city centres in crisis, proliferating outskirts defined by emptiness and sameness, large commercial and leisure complexes that produce decontextualised constructions, etc. Cities no longer have a differentiated character and we can see how the places where humans “live” repeat the same characteristics from one place to another. The central concept of a city with a definite perimeter, with a centre and outskirts, is now obsolete: there is no single centre and the boundaries are not precise or definable. 
Francico Jarauta, interviewed in El País newspaper, said that “globalisation also leads to world-wide cultural homologation in both ways of living and ways of thinking. This homogenising process is countered by phenomena of resistance of local identity”1. In this sense, the reply provided by architecture is not universal, it is a particular response to situations that on each occasion require the form which is appropriate to the constraints.
Following Ignasi de Solà-Morales’ line, the development of today’s architecture can no longer be seen as a tree with different branches stemming from a common trunk. Rather, since there are no fixed or certain criteria to provide some sort of approach to architectural production, the view is that architecture responds to a particular situation and, consequently, possesses a unique character. 
In times of homogenisation, resistance and, therefore, creation are always on the side of uniqueness. This uniqueness is not the result of the type of building but of the ability to make an apparently ordinary matter produce a spark of understanding and affection that seems to have gone unnoticed in all other cases. Only from this point of view is there a way out of “the only obscurantism still alive: progress”, as Octavio Paz said. If we analyse progress from the point of view of the construction of the city and the structure of the area, the conclusions are not very optimistic.
The drive for development that has wiped out the classic idea of the city, and, consequently, the clearly urban vocation of architecture, is an objective, undeniable fact; the destructuring of a general theory that has not withstood the impact of new circumstances, and its inability to explain and orient contemporary architecture, irremissibly entails disorientation and mistrust.
On the other hand, it must also be recognised that the fact that different processes and changes are developing simultaneously means that a hypothetical overall view is just that: hypothetical. If we try to draw general conclusions from our individual perception of all the simultaneous phenomena we are undoubtedly destined to fail. Times of crisis and disorientation when faced with new situations, as they are taking place, are a constant in history. This does not mean that we should not try to discover what is happening and how: only an actively critical stance makes it possible to face up to the distress and the very palpable fragmentation, not forgetting that, as Deleuze says, we have to accept moving in the here and now with all its tensions and cries. 

1.2. A necessary look backwards at Valencian theoretical work:
A rapid review of the Architecture Prizes of the College of Architects of the Valencian Community gives an overview that links up with contemporary movements in the field of architecture and also shows the prize-winners’ involvement in consolidating the Valencia School of Architecture and constituting the new School in Alicante. 
A brief glance at the prizes awarded by the Valencia College of Architects since 1985 makes it possible to understand this tireless process, which is linked to the evolution of European architectural thinking.
On the one hand we find studies of the geographical, urban and architectural reality that provides our starting point and, on the other, how the currents that were born after the principles of the Modern Movement fell apart in the 1950s are reflected in the designs. 
The first work on defining the image of the city of Valencia, by Emilio Giménez and Tomás LLorens2, or the study by Santiago Varela3 of the city of Alicante, to cite only a few, date from the 1970s and are the precursors of the works that were later awarded prizes in the 80s. These include the exhaustive Cartografía histórica de Valencia [Historical Cartography of Valencia] by José María Herrera, Tito Llopis, Rafael Martínez, Luis Perdigón and Francisco Taberner (awarded a prize in 1985), F. Taberner’s monograph “Valencia, entre el ensanche y la reforma interior” [Valencia, between urban expansion and internal reform] (1987) or Carmen Jordá’s outstanding “Higiene urbana e infraestructuras” [Urban hygiene and infrastructure] (1989), all of which provided a better knowledge of the city of Valencia. These studies frame the space of the architecture we see and are complemented by other, more specific works on fragments of the city or the leading architects who built it. The detailed analysis of the Plaza Redonda in Valencia by the Vetges Tu i Mediterrània team in 1988-89, Iñigo Magro de Orbe’s thesis on The Architecture of Francisco Mora, awarded a prize in 1987, or the complex interdisciplinary foray by our late lamented colleague Cristina Grau in her PhD thesis “El laberinto Borgiano y otros laberintos” [Borges’ labyrinth and other labyrinths] (1985), delve into the basis for a theoretical reinforcement of the practice of design in Spain.
Interest in and a knowledge of reality as the starting point continued in the 1990s with the work of Santiago Varela and Martínez Medina in Alicante, Miguel del Rey’s analysis of Valencian rural architecture (a subject that has continued to be investigated in depth in subsequent works) or Enrique Giménez Baldrés’ examination of the formation of the Valencian metropolitan area, to cite a few examples.
In an enriching diversification of the research panorama, new lines of research were also already underway at the time, analysing themes which were not circumscribed to the local sphere but extended their range beyond the region. They include the excellent work of José María Barrera (1994-95) and of Jorge Torres (1990-91), a rigorous analysis of the relationship between Catalan and Italian architecture 1945-1968.
Significantly, the 2002 prizes presented in this publication represent a work of synthesis, on the one hand — “En torno al proyecto. Un ensayo sobre la disciplina del proyecto de arquitectura” [On design projects. an essay on the discipline of design projects in architecture] by Miguel del Rey — and, on the other, a major pedagogical effort that has crystallised in the thought-provoking Temas de Composición Arquitectónica [Themes in Architectural Composition] collection by Juan Calduch, who teaches at the Alicante School of Architecture.
1.3. The architecture: 1985-1993
The works that analyse the city, the space where Architecture develops, are indicative of the interests and premises that underlie architectural design work in the 80s and part of the 90s. The process of articulating the various parts of the brief in the construction of place and the significant or even symbolic rôle of the proposed form are working methods that can be “read” in projects such as V.M. Vidal’s Manterol factory (1985), Josep Lluis Ros’s sports centre in Carlet (1986), the Secondary School and Vocational Training Centre by Carlos Salvadores (1987) or the New Trade Exhibition Grounds in Alicante by Miguel Martin, Iñigo Magro and Miguel del Rey (1990-1991). They demonstrate the introduction of an idea of architecture in relation to the definition of the place. Reflection on architectural discipline and the autonomy of the rules underlie these designs. 
Moving into the 1990s, a change in interests took place under the aegis of European thinking and social changes. We have witnessed the break-up of the values of the Modern Movement and been present as our discipline was reshaped by an architecture that wanted to modify and define the place, the city, the area in which it is sited, and thought it could do so.
The reality that dawned as the 90s drew on was different, as mentioned at the beginning of this article. Progress, in the form it now takes, is more likely to bring to mind Kark Kraus’ brutal verdict that “progress makes purses out of human skin” (1910) than the ingenuous enthusiasm it aroused in the early days of modernist architecture. The crisis of the modernist idea has cut the thread that enabled general theories to be formulated. Each project must provide a solution to a specific, complex reality.
Reducing aesthetic meanings to prismatic volumes in which any brief can be worked out and the value of form irrespective of place, as defined by the minimalist current, are an individual response without any pretence to universality. As I. Solà-Morales said, minimalism “does not come from the idea but from the experience and becomes an event that rejects linguistic, functional or contextualising justifications”4.
These attitudes burst on the Valencian scene but the previously mentioned interests did not disappear and other approaches to solving particular architectural problems were not eliminated. The formal elementariness glimpsed in the various prize-winning works by Lola Alonso and Javier García Solera, such as the Onil Health Centre (1992), the Instituto Bernabeu clinic (1996) (to cite a few precedents) or the fertility clinic in Valencia (2002), the purity of line of the architecture of Alfredo Payá in works such as El Toscar Health Centre in Elche (1996) or the block of flats in the Velluters quarter of Valencia (with Carla Sentieri, 2002), the attention to place and extreme delicacy of Eduardo de Miguel’s housing in the Carmen quarter of Valencia or the attention to detail and exquisite siting and working out of the house in Cullera by the QA Arquitectes Associats team show the true significance of the 2002 architecture prizes published here. 
However, the influence of minimalist currents has not produced works that are oblivious to attention to context and to valuing the constitution of the urban body. Merely classifying works of architecture into “isms”, sorting them into taxonomically labelled boxes, is a simplification that masks the complexity and richness of their reality, where all types of approach to solving the act of architecture are mixed and interwoven. That is why the works shown here do not attempt to become the flagships of a radical modernity, faithful followers of the latest ism, but to constitute a logical, coherent solution to a problem that can be approached in different ways. They are simply (and the definition of that ‘simply’ covers a great complexity) works of architecture.
Manuel Portaceli 
Architect. Lecturer at the E.T.S.A.V. [Higher Technical School of Architecture of Valencia]

Fábrica Manterol de V.M. Vidal (1985)/Fábrica Manterol de V.M. Vidal (1985)

 Centro Integrado de FP y BUP de Carlos Salvadores (1987)/Centro Integrado de FP y BUP de Carlos Salvadores (1987)

Nuevo Recinto Ferial de Alicante de M. Martin, I. Magro y M. del Rey (1990-1991)/Nuevo Recinto Ferial de Alicante de M. Martin, I. Magro y M. del Rey (1990-1991)

 

Polideportivo de Carlet de Josep I Ros (1986)/Polideportivo de Carlet de Josep I Ros (1986) Polideportivo de Carlet de Josep I Ros (1986)/Polideportivo de Carlet de Josep I Ros (1986)
1. Entrevista a Francisco Jarauta por Vicente Verdú. El País, 15 de Septiembre de 1999
2. Giménez, Emilio, Llorens, Tomás. La Imagen de la ciudad, Valencia. Hogar y Arquitectura nº 86. Madrid 1970
3. Varela, Santiago. La reforma urbana de Alicante. Hogar y Arquitectura nº 99. Madrid 1972
4. Ignasi de Solà-Morales. De la autonomía a lo intempestivo. Diferencias. Topografía de la Arquitectura contemporánea. Editorial Gustavo Gili, Barcelona. 1995
1. Interview with Francisco Jarauta by Vicente Verdú. El País, 15 September 1999.
2. Giménez, Emilio, Llorens, Tomás. La Imagen de la ciudad, Valencia [The Image of the City. Valencia]. Hogar y Arquitectura, no. 86, Madrid, 1970.
3. Varela, Santiago. La reforma urbana de Alicante [The Urban Reform of Alicante]. Hogar y Arquitectura, no. 99, Madrid, 1972.
4. Ignasi de Solà-Morales. De la autonomía a lo intempestivo [From Autonomy to Untimeliness]. Diferencias. Topografía de la Arquitectura contemporánea. [Differences: Topography of Contemporary Architecture]. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1995.